domingo, 8 de septiembre de 2019

Amad a vuestros enemigos


Hoy he estado reflexionando sobre el último artículo, donde citaba algunos cardenales y personajes públicos que eran la imagen de la mundanización de la Iglesia. He caído en la cuenta de algo, que yo no soy mejor que ellos. Incluso en el hipotético caso de que están llevando a la Iglesia a la ruina y condenando muchas almas, ¿acaso soy mejor que ellos? Pues no. Cristo tuvo que morir igualmente por mi, porque mis pecados están clavados en la cruz con los de estos obispos y sacerdotes… definitivamente no soy mejor, hoy mismo me he tenido que confesar.

Veo y leo a mucha gente que advierte de un cisma, de herejías dentro de la Iglesia , de la venida del anticristo; y todo ello con argumentos y de forma coherente, pudiendo ser verdad. Lo que no veo es que ayuden a la gente que está confusa y no sepan qué creer. ¿Se puede no escoger un bando en este “juego de conspiraciones”? Pues claro, porque solo hay un bando que escoger: el de Jesucristo. Pongamos de ejemplo a San Francisco de Asis. Este hombre santo se vio sumergido en una época muy delicada, las cruzadas. ¿Qué hizo él? Fue a las cruzadas, pero no mató a nadie. Este gran Santo fue a intentar convertir al jefe de los musulmanes, y no lo consiguió, pero apaciguó la guerra. ¿Y qué quiero decir con esto? Estoy lanzando una pregunta: ¿qué podemos hacer para renovar la Iglesia? Y si no podemos… ¿qué podemos hacer para no desviarnos del verdadero camino? La primera pregunta se responde muy fácil: ser santos, como San Francisco. Y la segunda respuesta complementa a la otra: combatir la batalla de la fe. Suena muy bonito pero, ¿eso cómo se hace? Pues tenemos que recapitular lo que nos ha enseñado la Iglesia. En este caso recapitularé lo que me ha transmitido a mi, que soy muy joven:
-Lo primero es que la palabra De Dios está viva, es de máxima actualidad, y por tanto las santas escrituras son fuente de vida.
-La eucaristía y los sacramentos son un enlace directo a Dios, por tanto hay que frecuentarlos.
-La comunidad (o el guía espiritual) es una ayuda indispensable, porque ven lo que nosotros no vemos.
-La Cruz, hay que abrazarla para seguir a Cristo. Identifícala
-Confía en el Señor, haz un signo grande para él, por ejemplo despréndete de TODOS tus bienes como los apóstoles al seguirle, que solo llevaron lo puesto.
-Una vez conseguido esto, amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a uno mismo
-Lee tu historia, identifica a Dios en ella.
-Ora, sin cesar, incluso durmiendo (si no sabes cómo lee “el peregrino ruso”)
-Pon la otra mejilla, perdona y serás perdonado, no juzgues y no serás juzgado

Amad al enemigo. Que La Paz del Señor este con todos vosotros

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