martes, 15 de septiembre de 2020

Tentación contra la Castidad

 La Castidad... esa virtud que te une a Dios; en esta sociedad tan sexualizada... ¡qué difícil ser fiel al Señor! Todo te invita a pecar, a vivir el momento, a saciar tu apetito. ‘’¡¿Quién es ese Cristo que no puedes ver y no te llena la panza?!’’ Es lo que mi cuerpo piensa cuando el demonio me tienta... algunos no pueden decir esto, pues su propia concupiscencia le hace pecar... están habituados a la lujuria, a la pornografía, al adulterio. Pero cuando tu razón entiende que hay una herida, aparentemente indetectable, invisible, entonces la ves, y puede curarla, y cicatriza. Entonces puedo luchar contra las tentaciones, puedo educar a mi cuerpo. Ya no vence mi hábito, sino mi fuerza de voluntad. Pero esa herida ha permitido la entrada de extraños a mi corazón. Son demonios muy fuertes que me atormentan a cada instante. ‘’Mastúrbate’’, ‘’mira esa mujer que cuerpazo’’... son pensamientos que te vienen, sin tú buscarlo. Y aquí es donde entra Dios. Nos da a través de la Iglesia unas armas. Entonces ahora puedes rezar para frenar esos pensamientos, ayunar para reprimir el deseo carnal, dar limosna para quitar el apego físico y humillarte un poco. Qué fácil pierde el demonio el poder... pero qué fuerte. Asesta los golpes a veces, cuando encuentra una rendija de tristeza, de algo con lo que no nos conformamos, cualquier cosa... 

¡De ninguna manera permitiré que el demonio me derribe de un golpe! Y si lo hace me levantaré, porque no tiene poder para dejarme en el suelo, el mismo Jesús me alcanza su mano para levantarme. Mi ángel guardián reza por mi, me defiende. ¡No lo permitiré! Estoy cansado de ser una bestia, de no controlar la pasión, de estar lejos de Dios, de hacer lo que no quiero. ¡Estoy harto! Por eso he ayunado y he sentido hambre, alejando a Satanás. Por eso he orado, aún no teniendo ganas, alejando a Satanás. Por eso he puesto buena cara cuando no llevaban razón, alejando a Satanás. Por eso, con cada acto de caridad, por muy pequeño que sea, voy volcando la balanza de la templanza hacia el lado que quiero, hacia el dominio de las pasiones, hacia el amor verdadero, hacia mi vida espiritual...


Señor, que yo pueda ser como San josé, perfectamente casto, de pureza en el corazón... 



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