Nos ha tocado vivir en una época donde la Iglesia está en crisis; una Iglesia cada vez más mundanizada y llena de falsos cristianos, de lobos con pieles de cordero. No estoy hablando de los cristianos que somos unos pecadores, débiles, incapaces de vivir en gracia durante una mísera semana. A por nosotros vino Cristo... Me refiero más bien a esas personas que no quieren ser cristianos, sino que quieren pertenecer a una religión bastante rígida, y por ello la quieren cambiar, hacerla más permisiva.
Yo pienso que eso no puede ser, porque la religión no es creada por nosotros, ni siquiera Cristo puso unas normas, sino que nos dio mandatos de vida eterna, unas leyes que son naturales y que nos llevan a la felicidad. Estas leyes son las que nos aseguran de no desviarnos del recto camino hacia el cielo; no se nos puede olvidar que nuestro objetivo es vivir eternamente en el cielo.
¿Qué pasa cuando no cumplimos estas leyes naturales que son el decálogo? ¿Acaso Dios nos castiga? Nada más lejos de la realidad, antes bien nos alejamos nosotros de Él. La falta a estas leyes es el pecado, y su paga es la muerte, la muerte del alma, la muerte del ser. Pero Dios no envía esa muerte, porque Dios no ha creado la muerte, nos ha creado para la vida eterna, y de hecho nuestra alma es inmortal. Como Dios es vida, y lo que no es de Dios, por tanto, es muerte; al alejarnos de Dios solo encontramos muerte. ¿Qué importante es estar en comunión con Dios! Menos mal que nos perdona a través de un sacramento. Úsalo, no seas tonto. ¡Úsalo! No sea que por tu soberbia te condenes eternamente.
Hoy en la Iglesia hay malos pastores, que ya fue predicho en Garabandal, entre otras apariciones.
Tenemos sacerdotes, obispos y cardenales enseñando doctrinas engañosas, donde se les dice a gente que vive en pecado que no pasa nada, que está bien, que la Iglesia se tiene que modernizar y ajustar a los tiempos. Hablo por supuesto de esos católicos protestantizados que aceptan la sodomía, el concubinato y la ideología de género... ¡incluso el Papa! Y es que, si bien nunca se ha pronunciado en estos temas de manera personal (siempre se ha pronunciado algún dicasterio o institución oficial de la Iglesia), ha hecho una verdadera declaración de intenciones en una carta privada al sacerdote James Martin, conocido por alentar a los homosexuales y transexuales a vivir en pecado...
Son tiempos muy difíciles, pero en estos tiempos el Señor nos promete muchas gracias. No dejemos de rezar y de confiar en Dios. Primero obedecer a Dios, antes que a los hombres, y más si uno de ellos enseña un evangelio distinto al que nos enseñaron los apóstoles...