lunes, 11 de noviembre de 2019

¡App esencial para el cristiano!

El cristiano tiene tres enemigos fundamentales: el demonio, el mundo y la carne.
El demonio nos odia por envidia, pues no entiende el amor de Dios hacia nosotros, que somos menos perfectos que los ángeles, y aun así nos ha reservado el paraíso y, más aún, un humano es Dios mismo en la unidad del Espíritu Santo.
El mundo nos odia porque odia a Jesucristo y está gobernado por el príncipe de la mentira. Este ha engañado al mundo diciendo que no existe Dios, o en todo caso que no les ama... por eso nos odian, porque traemos el evangelio.
La carne no es que nos odie como los dos anteriores. Este es el tema que nos compete hoy. La carne convive con el espíritu, pero como dos hermanos que se pelean por jugar a la videoconsola; no pueden jugar los dos a la vez. Así se podría resumir (muy sintéticamente) la realidad de esta dualidad cuerpo-espíritu del que todos los seres humanos somos partícipes. El espíritu pide una cosa, mientras que la carne, el cuerpo, pide satisfacer sus apetencias y busca el placer inmediato. Por naturaleza el cuerpo es el que domina la mente humana, mientras que para dejar al espíritu gobernar nuestro cuerpo es necesario un entrenamiento en base a “ejercicios de abstinencia”. Normalmente se le dice que es educar al cuerpo, pero realmente es hacer una transición donde se derroca a la carne del trono de tu mente y se sienta en este el espíritu. Los cristianos tenemos claro que esto solo se puede conseguir por medio de la gracia de los dones del Espíritu Santo, sin el cual no somos capaces de contener nuestra concupiscencia. Un ejemplo claro de este tipo de ejercicios es moderarse con la comida, moderarse con el alcohol, con el tiempo de ocio, etc.

Lo que hoy nos compete pertenece a este último punto, es la castidad. Es la virtud de escuchar al espíritu en vez de la apetencia de la carne en el momento del instinto sexual. Este puede redundar en la masturbación o en la utilización del sexo con una mujer, convirtiéndola en un objeto; los dos están íntimamente ligados, porque si no eres capaz de calmar tu apetencia y respetarte, no lo harás con una mujer, lo cual es muy peligroso en un matrimonio.
Es muy bonito pedirle a Dios la gracia para poder guardar la castidad pero, como humanos que somos, sabemos que tenemos que sufrir la lucha para vencer. Y un guerrero no va a la lucha para vencer si no está bien armado y pertrechado de una armadura resistente, porque sabe que su piel, por muy dura que pueda llegar a ser, no va a frenar un filo de acero que amenaza con matarlo. Por eso presento esta app, Qustodio, que no es ni más ni menos que un filtro parental, pero es que si lo hubiese presentado sin más no serviría de nada, porque hay que saber el significado de las cosas y por qué es tan importante guardar la castidad. Por ello es imprescindible disponer de estas armas de defensa contra el maligno, que nos tienta con sustancia inteligibles,; el mundo, que nos tienta odiándonos y queriendo ser parte de la multitud mediocre; y la carne, que nos tienta con los impulsos animales apelando al placer inmediato.


¿Cómo usarlo?

Es francamente sencillo, simplemente hay que instalarlo en el dispositivo móvil y seguir los pasos para poder configurarlo. Cuando acabas te explica que puedes terminar de configurar a tu gusto mediante una página web. Puedes restringir contenidos y también el acceso a redes sociales, que todos sabemos es una fuente de tentación de índole sexual. Cuando se termina de configurar es muy importante cerrar la sesión para no poder cambiar la configuración.


¿Si no soy padre y lo quiero para mí?
Pues es exactamente igual, pero utilizas una contraseña larga y rebuscada que no vayas a recordar, la escribes y te deshaces de esta. Ya no podrás quitar el filtro.

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VIVA CRISTO REY

MADRE DE LA IGLESIA, REFUGIO DE LOS PECADORES, RUEGA POR NOSOTROS

martes, 5 de noviembre de 2019

La tentación

La tentación no llama a la puerta, aparece sin más, cuando menos te la esperas. A veces incluso la llamas, y sin darte cuenta estás coqueteando con el demonio... qué débil es la carne; yo escribo esto para dejar de pensar en la tentación...

Realmente el cuerpo es muy débil, pero también es cierto que tenemos un arma muy poderosa: la oración. Esta llamada de auxilio al Señor, es pura humildad. Te reconoces débil, y mira que todos los días te levantas y te sientas en el trono de Dios. Lo quitas, lo apartas. Pero el Señor siempre está ahí, esperando como un auténtico caballero a que le cedas el sitio que le corresponde. Si se lo pides no te defrauda; al invocar su nombre los demonios se espantan...

Es muy difícil humillarse y reconocer que tú no controlas tus pasiones, tus impulsos... es complicado reconocer delante del Señor que necesitas su gracia para poder seguir adelante de una pieza...

El pecado de la lujuria me acecha, y a veces casi caigo, pero le pido al Señor que me ayude, que me inspire su santo temor, como a José, el hijo de Jacob, que no se acostó con la mujer de Rasputín.

Me consuelan las palabras de San Pablo cuando dice que hace la maldad que no quiere y no hace el bien que quiere, porque la carne es débil.

Me acojo a San José y a José el hijo de Jacob, que su castidad ejemplar me sirvan de guía para poder vencer esta tentación que se convirtió en un vicio...

Rezo a Carmen Hernández para que interceda por mí ante el Padre, ella que hablaba siempre de la masturbación continuada y de la pornografía, explicando sus consecuencias mortales para el hombre y su visión de la realidad... espero que intercedas para poder ganar este don que tantísimo anhelo.

A la madre de Dios también le pido que me proteja con su manto, para que interceda y pueda recibir el Espíritu Santo y sus dones, como el temor de Dios... sinceramente temo a Dios, pero no porque tema su castigo, sino porque me aterra la consecuencia del pecado, que es la muerte, esa que te aparta de Dios. Estar lejos de Dios es lo peor.



Si lees esto reza por mi, ¡gracias!