jueves, 25 de febrero de 2021

“A los tibios los vomitaré de mi boca’’

 Ap 3, 15-19

‘’Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.’’

Imagen del juicio final de la capilla sixtina


El Señor es muy claro con esto. Este pasaje se lee muchas veces y poco se habla de él... es parecido al evangelio donde Cristo dice que el que no está con él es enemigo. Y esto es cosa seria para nosotros, que aspiramos a llegar al cielo. Depende de uno ser sincero y reconocer ‘’sí, quiero seguirte Señor, cueste lo que cueste’’. El problema es que somos débiles y caemos en las tentaciones de Satanás, que es el príncipe de la mentira y usa el engaño para hacernos creer que renunciar a nuestra vida por Cristo es una locura. ¿Cómo vas a ser feliz amando al enemigo? Vamos a ser más crudos, ¿cómo vas a amar a ese hombre que ha matado a sangre fría a tu hija pequeña? Son palabras duras, poniéndonos en un caso extremo, pero la realidad es que la mayoría no tiene que vivir esas desgracias. No somos capaces de amar al enemigo. La gente se divorcia a los dos años de casarse, se procura una carrera y másteres para conseguir un buen trabajo, no quieren tener hijos (si acaso un perrito), se quieren poner en forma (culto al cuerpo que en verdad es miedo a la enfermedad), y un largo etcétera... todo confluye en lo mismo: LA CRUZ. La gente tiene pavor al sufrimiento. No se atreve a vivir esta vida propuesta por Cristo, la de subir a una cruz para sufrir y después convertirla en gloriosa. La Cruz es la llave de la felicidad, así lo ha querido Dios, es la puerta al cielo. ¿Quieres entrar al cielo?, entonces carga tu cruz, porque es la única llave válida para abrir la puerta. 


El demonio ha hecho un trabajo muy fino durante décadas y décadas. Siempre ha arremetido contra la Iglesia, es verdad, pero esta vez está jugando con otra estrategia, porque sabe que se le acaba el tiempo y su objetivo es condenar a la humanidad. Una gran victoria que tiene el príncipe de la mentira es que la gente ya no cree en él, pero no solo ‘la gente’, sino muchos dentro de la Iglesia. También ha conseguido que los sacerdotes (no todos) dejen de predicar la cruz y el infierno, por tanto la gente ya no quiere sufrir ni esforzarse. Se refugian en ‘mi gracia te basta’. Sí, pero esa gracia viene cuando donas tu cuerpo, tu alma, tus fuerzas y tu mente al Señor, reconociendo que tú no eres Dios ni señor de tu vida, y por tanto le pides al Todopoderoso que te ayude, que lleve Él las riendas de tu vida. 

Porque si tú no le das las riendas de tu vida a Dios y eliges ‘’esto lo lleva Dios, esto yo, esto ya se verá. Me proyecto y no confío en esto en Dios, porque a lo mejor no quiere llevarlo a cabo, así que lo hago y luego me fío’’. ¡Cuidado! Dios te vomitará de su boca. Antes bien, si no comprendes tu historia, el sufrimiento, no quieres obedecer a tus superiores en algo (porque te hace salir de tu comodidad, por ejemplo), entonces refúgiate en el Señor, pídele que lleve tu vida porque tú no eres nada y solo la llevarías a pique. Entonces obedece, sin temor, porque viene Dios contigo, estate abierto a la vida, porque Dios no te va a dar un hijo si no quiere, pero si lo quiere es lo mejor para ti. ¡Abraza la Cruz!



Y si no crees que Dios sea misericordioso y quiera lo mejor para ti, no crees que ese sufrimiento que te pone es para tu salvación, entonces conviértete por temor al abismo, porque el fuego será eterno, y el gozo del cielo también será eterno. Elige qué quieres para tu eternidad. 



Mi consejo es que reces, cada mañana, a la hora de comer y a la noche. Al menos una vez de esas reza el rosario y otra la coronilla de la divina misericordia. Verás las gracias que te da el Señor, porque sí, el Señor es amor, y lo único que quiere es tu salvación eterna, y también te da a degustar esa felicidad en la tierra, así que ¡acógete a la divina misericordia!


Inmaculado corazón de María, sed la salvación del alma mía.